Hay quienes lo escriben con zeta, pero da igual: sea casabe o cazabe, el sabor de este "pan" nacido en territorio indígena siempre será el mismo. Es decir: ninguno, o casi ninguno. Quizás por ello -así como porsu textura dura, áspera y seca- es que esta torta plana, delgada y redonda preparada con harina de yuca fue, por mucho tiempo, marginada de la mesa del venezolano. El punto está en que la reivindicación llegó en su debido momento y el casabe es considerado, hoy por hoy, un elemento importante en la dieta vernácula, por más insípido que resulte. Entre los méritos que se le endilgan en estos tiempos marcados por un interés hacia el bienestar y la salud, está su alto contenido de fibra y el poco azúcar que ostenta; pero a eso habrá que sumarle lo que ya los indios habían encontrado gracias a la sabiduría e intuición que caracteriza a esta raza: el casabe es de muy fácil digestión y se puede conservar por largos períodos. Ahora bien, su procesamiento antes de cocerlo sobre un budare no es precisamente pan comido: la yuca con la cual se prepara es del tipo amargo y, por eso mismo, debe ser sometida a un tratamiento especial que consiste en rallarla y prensarla para extraerle el yare, ese veneno mortal con alta dosis de ácido cianhídrico que tanto asusta, y no sin razón. El casabe se consume muy especialmente en las regiones suroriental y llanera de Venezuela, siendo los más reconocidos los originarios de Caripito, en el estado Monagas; el de la carretera Calabozo-San Fernando de Apure; el de Cúpira en lazona barloventeña de Miranda; y el de la vía Puerto La Cruz-Cumaná, en el oriente venezolano. Entre sus usos más comunes está el untado con mantequilla o margarina y salpicado con queso parmesano rallado y sometido aun ligero toque de horno. De esa manera, ningún casabe quedará mal parado.
Foto: Ángel Manzanares
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