sábado, 24 de enero de 2009

El cocinero Ferrán Adrià reconoce los «excesos» cometidos por la alta cocina en los últimos años y aboga por la sensatez y el equilibrio:


Semillas de Padrón gelatinizadas con espuma de regaliz y hojas de albahaca a la naranja. Era un plato en la carta de El Bulli en 2002, una bomba, un descubrimiento absoluto al decir de los críticos, una experiencia que abría la mente y el paladar «a una nueva visión del gusto».
Ayer, el creador de semejante joya, el cocinero Ferrán Adrià, reconoció en el Congreso Madrid Fusión que la cocina ha vivido unos cuantos años de «excesos», que pasa más tiempo hablando de cocina que de otra cosa y que, terrible paradoja, «hay más congresos que cocineros».
Hoy, casi cualquier programa televisivo te enseña cómo manejar las cargas de gas para alimentar los sifones que hacen espuma con lo que se te antoje. Esos mismos sifones culinarios se encuentran en supermercados y ferreterías. Hoy, te hacen espuma hasta de unas patatas a la riojana con su chorizo.
Adrià, hombre intuitivo y sabio, se ha convertido ya en abanderado del equilibrio y del buen juicio. Ha reconocido que, sí, que hubo un tiempo en el que pecó de 'espumismo', «del exceso de las espumas», un fenómeno que él ayudó a expandir y a internacionalizar pero que, como un mal souflé, ha perdido su pujanza que es lo que ocurre siempre cuando se hacen malas copias.
Las espumas, dice el cocinero catalán, ya apenas aparecen en un par de platos de la larga carta de El Bulli. En Madrid, Adrià se mostró partidario de que los cocineros debatan entre sí, de que confronten y contrapongan sus ideas en vez de repetirlas de congreso en ongreso como simples papagayos de plumas blancas y equis estrellas.

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